domingo, 17 de octubre de 2010

Un pacto bajo las bombas

Parte de los Estados Mayores de las columnas Ciro Redondo
y 13 de Marzo encabezadas por los comandantes Ernesto
Guevara y Faure Chomón respectivamente

Detrás habían quedado 50 jornadas de fatigosas caminatas por más de 600 kilómetros en las que se sortearon emboscadas, se comió sólo en 15 oportunidades, se enfrentaron bombardeos y se establecieron combates con tropas enemigas. Por si fuera poco, hubo que soportar dos ciclones y dormir en zonas inundadas, entre otras vicisitudes.

El Comandante Ernesto Guevara de la Serna, jefe de 140 corajudos que venían desde la Sierra Maestra, sintetizó en un párrafo el clímax en que se vio envuelta la Columna No. 8 Ciro Redondo:
 “Cuando la situación era más tensa, cuando ya solamente el imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo podía hacer caminar a la gente exhausta, una sola visión en lontananza animó sus rostros e infundió nuevo espíritu a la guerrilla. Esa visión fue una mancha azul hacia el occidente, la mancha azul del macizo montañoso de Las Villas”.

RECIBIMIENTO EN EL ESCAMBRAY
El 16 de octubre de 1958 los guerrilleros arribaban al Escambray. Aunque tenían alguna referencia sobre la división creada entre los grupos de alzados en la zona, la realidad era mucho más compleja. Desde febrero se había constituido el Segundo Frente del Escambray, organizado por el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, pero algunos miembros de esa organización dirigidos por Gutiérrez Menoyo habían negociado con el grupo politiquero de Prío Socarrás a espaldas del Directorio y crearon una guerrilla que conservó el nombre de Segundo Frente.
Además de estos dos grupos armados, en la zona en la que habría de operar el Che existía un destacamento guerrillero del Movimiento 26 de Julio encabezado por el Comandante Víctor Bordón que se había alzado definitivamente tras los sucesos de abril.
Los hombres del Directorio, bajo la jefatura del Comandante Faure Chomón Mediavilla, recibieron con los brazos abiertos a los recién llegados, de lo cual dio fe el propio Faure:
“En nuestro campamento ‘José Antonio Echeverría’, del Estado Mayor del Directorio Revolucionario, recibimos a nuestro compañero Comandante Che Guevara y a sus abnegados seguidores. El Directorio Revolucionario da la bienvenida fraternal al valiente Comandante Guevara y ratifica una vez más su fe en la unión de la heroica y nueva generación representada por el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio. Extendemos nuestro abrazo revolucionario a los compañeros recién llegados a nuestro frente de combate”.
También el Che dejó constancia escrita del recibimiento el 21 de octubre en unas palabras que fueron publicadas por la prensa extranjera:
 “Al llegar a la Sierra del Escambray, escenario de heroicas luchas por la libertad de Cuba, desde este campamento general del Directorio Revolucionario, los hombres del 26 de Julio, damos testimonio de nuestro agradecimiento por el recibimiento fraterno que nos hiciera esta organización combatiente y expresamos nuestra esperanza de que las largas jornadas de sacrificio por los llanos se vean coronadas por el éxito supremo de una unión entre todos los grupos combatientes de esta región cubana para el logro común de la extinción de la dictadura”.

GRANDEZA DE GUERRILLERO
Comenzaba la difícil tarea de unir en un frente común a todas las tropas insurrectas que operaban en la zona. Sólo la inteligencia de un hombre como el Che podría enfrentar las adversas circunstancias.
Primero absorbió a un pequeño grupo del 26 de Julio, encabezado por Pompilio Viciedo que había tenido conflicto con la tropa del Segundo Frente. También la columna de Víctor Bordón, respondiendo a una nota del Che en la que ordenaba reunirse con él “tratando de esquivar todo tipo de encuentro con la tropa del Segundo Frente”, llegó a Las Piñas, finca donde se encontraba en ese momento el Jefe de la Columna No. 8.
El máximo dirigente del Directorio le expresa al Che la imposibilidad de actuar juntos con los denominados integrantes del Segundo Frente y denuncia su sectarismo y agresiones a los campesinos. Su interlocutor explica que él tiene la orientación de Fidel de proceder unitariamente y por lo tanto, se ve obligado a tratar con todas las fuerzas.
Rápidamente el Comandante en Jefe de Las Villas por el Movimiento 26 de Julio se percata que era imposible llegar a acuerdos con la gente de Menoyo, porque en las primeras conversaciones rechazaron su presencia y la de sus hombres. Entonces se delimita el teatro de operaciones guerrilleras.
 La Columna No. 8 se sitúa en el área donde venía operando el Directorio, es decir en el territorio que comprendía Trinidad, Sancti Spíritus, Cabaiguán, Fomento, Placetas, Báez, Güinía de Miranda a Dos Arroyos, Topes de Collantes y Manicaragua.
 El llamado Segundo Frente quedó en el sitio donde se había  replegado hacía tiempo, enmarcado entre Cienfuegos y Cumanayagua, hacia el Circuito Sur.
Había que sobreponerse a la incómoda situación. En respuesta a la misma y con el objetivo de asediar al ejército batistiano, cuyo ocaso ya se vaticinaba, surgió la idea del Guerrillero Heroico de redactar un documento que testimoniara la unión de las fuerzas rebeldes.

EL PACTO DE LA UNIDAD
Después de un mes y medio de la llegada de la “Ciro Redondo” y de realizarse algunas acciones en las que participaron juntas tropas del “26” y del Directorio, se firma el documento conocido históricamente como Pacto de El Pedrero; signado por el Che, en nombre de su organización, y por Rolando Cubela (traidor después), quien era en ese momento el segundo al mando de las fuerzas del “13 de Marzo”.
El Comandante Faure Chomón no pudo llegar a tiempo porque la ofensiva de la tiranía sobre El Pedrero, que venía realizándose desde el 29 de noviembre, se lo impidió.
Ni la metralla, ni las bombas que caían en la fría mañana del lunes primero de diciembre de 1958 sobre esa zona montañosa fueron capaces de impedir la firma de aquel manuscrito, al cual se adhirió días más tardes el Partido Socialista Popular.
 El Pacto surgió como una necesidad política y militar que se resume en sus últimas frases: “Unir es la palabra de orden: juntos estamos dispuestos a vencer o morir”.




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